El Acuerdo

Juana‌ ‌y‌ ‌Guadalupe‌ ‌compraron‌ ‌una‌ ‌casa‌ ‌en‌ ‌las‌ ‌afueras‌ ‌de‌ ‌la‌ ‌ciudad.‌ ‌Aquella‌ ‌vivienda‌ ‌tenía‌ ‌varias‌ ‌habitaciones‌ ‌así‌ ‌como‌ ‌un‌ ‌sótano‌ ‌donde‌ ‌el‌ ‌anterior‌ ‌propietario‌ ‌realizaba‌ ‌trabajos‌ ‌de‌ ‌restauración‌ ‌de‌ ‌obras‌ ‌de‌ ‌arte‌ ‌como‌ ‌cuadro‌ ‌y‌ ‌esculturas.‌ ‌

La‌ ‌pareja‌ ‌supo‌ ‌del‌ ‌lugar‌ ‌a‌ ‌través‌ ‌de‌ ‌un‌ ‌periódico‌ ‌donde‌ ‌vieron‌ ‌el‌ ‌ anuncio‌ ‌de‌ ‌la‌ ‌propiedad‌ ‌en‌ ‌venta.‌ ‌Cerraron‌ ‌el‌ ‌trato‌ ‌y‌ ‌el‌ ‌agente‌ ‌inmobiliario‌ ‌les‌ ‌dio‌ detalles‌ ‌sobre‌ ‌la‌ ‌casa;‌ ‌siendo‌ ‌él,‌ ‌quien‌ ‌les‌ ‌dijo‌ ‌brevemente‌ ‌el‌ ‌pasado‌ ‌de‌ ‌aquella‌ ‌propiedad.‌

Juana y Guadalupe escucharon que la casa estaba en venta pues los anteriores propietarios se habían mudado a Estados Unidos luego de que el jefe de familia muriera una noche en el sótano de la casa mientras hacía la restauración de una vieja escultura.

La pareja era joven y con estudios profesionales, completamente escépticos hacía temas sobrenaturales, por lo que no tenían ningún tipo de temor de que en aquella casa hubieses ocurrido una muerte, la primera noche Juana tuvo terribles pesadillas donde se veía ella misma en el sótano siendo perseguida por una horrible figura que no alcanzaba a distinguir claramente. Pero que sin embargo si podía ver su escalofriante sonrisa, la cual era simplemente una mueca espantosa.

Por la mañana siguiente comenzaron la organización de las cosas en su nueva casa, Juana miró la entrada del sótano, la cual se encontraba casi a final del pasillo, recordó su pesadilla y pensó que si comenzaban a utilizar aquel espacio les sería familiar y le perdería el miedo, por lo que comentó que en el sótano podrían guardar toda la colección de libros que tenían, Guadalupe estuvo de acuerdo y se encaminaron hacia allá, abrieron la portezuela que se encontraba al nivel del piso, bajaron y vieron que el lugar estaba completamente acondicionado como un taller laboral, contaba con excelente iluminación artificial, escritorios y utensilios como espátulas, cepillos y brochas, herramientas comunes en el oficio de un restaurador.

Juana vio al fondo un librero y señaló que en ese lugar ella ordenaría sus libros. Al abrir aquel mueble Juana encontró una extraña figurilla, la cual le mostró a Guadalupe quien dijo que seguramente era del anterior propietario, que se pondría en contacto con el agente inmobiliario para ver que él se las hiciera llegar. Sacó su teléfono, le llamó sin embargo no tuvo respuesta, por lo que decidió dejar un mensaje de voz diciéndole lo que habían encontrado y sus intenciones sobre hacerla llegar a los propietarios anteriores.

Esa noche Juana volvió a ser víctima de las mismas pesadillas, solo que en esta ocasión la figura encontrada tenía presencia en aquel desagradable sueño. Lo terrible de la pesadilla la hizo despertarse, se dio cuenta que Guadalupe seguía durmiendo, así que decidió ir a la cocina por un poco de agua, salió de la habitación y pasar al junto al pasillo, vio claramente como alguien cerraba la puerta del sótano desde adentro. Se alarmó y subió corriendo rápidamente al entrar a la recamara cerró la puerta con seguro para impedir que alguien pudiera entrar.

Al instante comenzó a escuchar ruidos en el primer piso la puerta se abrió de golpe encontrándose con la criatura que veía en sus pesadillas, su rostro se escondía en la penumbra de la noche, además al momento del portazo la luz de la casa se apagó por completo, reinando de esa forma una intensa oscuridad.

Aquel ser flotaba por el aire, lo pudo notar cuando por al cuarto. pues se deslizaba sin tocar el suelo. A pesar de la penumbra Juana pudo ver como en el rostro esbozó una tétrica sonrisa, levantó su mano y Guadalupe comenzó a levitar sobre la cama.

Juana horrorizada intentó inútilmente gritar, sin embargo de su boca no salía ningún sonido. El cuerpo de Guadalupe de pronto comenzó a doblarse de una forma imposible, continuó así hasta que se escuchó el crujir de sus huesos y cayó sobre la cama, Juana por su parte cayó muerta de la impresión quedando en su rostro dibujado el horror por la experiencia paranormal que vivió.

A la mañana siguiente el agente de bienes raíces llegó a la vivienda, entró con su llave, se dirigió a las habitaciones, miró la escena de horror que ahí se encontraba comenzó a envolver los cadáveres con las sábanas, los llevó al jardín y cavó para enterrarlos, mientras hacía todo esto les pedía perdón y les decía que en realidad él era el anterior propietario, les explicó que llevaba víctimas a ese demonio pues solo de esa forma podría mantener a salvo a su familia del alcance de la maldición de ese ser que liberó accidentalmente mientras restauraba la estatuilla que habían encontrado en unas ruinas en un viejo castillo europeo.

El Acuerdo – Vídeo Relato

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